jueves, 8 de enero de 2015

A la mierda el fanatismo



Siempre he pensado que el fanatismo, ese ciego, que no deja ver más allá, que no entiende de respeto ni mucho menos de tolerancia, es extremadamente dañino. 

La Real Academia la lengua española define fanatismo como: tenaz preocupación, apasionamiento del fanático. Esa preocupación me queda mí y seguramente a muchos después de lo que pasó en Francia, cuando tres hombres invocando su fanatismo y la defensa, a toda costa, de sus creencias abrieron fuego a sangre fría y mataron a diestra y siniestra.

Eso es aberrante, aterrador, angustiante e incomprensible. Eso y todo lo que genera el fanatismo, no es sino que miremos a nuestro alrededor y veamos todo tipo de expresión negativa que deja, en las relaciones humanas, el fanatismo exacerbado. 


Eso en el deporte ha costado la vida de muchos hinchas en el mundo que se topan en el camino con la intolerancia del hincha contrario, que no respeta un gusto ajeno al suyo y encuentra en la violencia la manera más fácil de callar al otro. Ni que hablar del fanatismo político que en Colombia genera más controversia y odio que oportunidades de cambio y mejoría del país. 

El fanatismo en el entretenimiento enceguece la opinión, conduce a enemistades y dispara los niveles de obsesión con fanáticos que incluso matan a sus ídolos con tal de no compartirlos con nadie, sino recuerden a Selena y su temprana partida. Estamos en un mundo, donde la tolerancia está en niveles complemente negativos, en donde nadie se ponen el papel del otro y muy pocos tratan de entender el comportamiento ajeno, más aún si es contrario al nuestro. El deporte favorito en el mundo se llama juzgar, criticar, cuestionar. Y si a esa intolerancia sumamos una violencia irracional e ilógica, creo que el camino no puede ser mas oscuro. 

Es claro que quien tengo al frente, quien viaja conmigo en el bus, a quién me encuentro en la calle es un ser diferente a mi y por tanto tiene diferentes creencias gustos y aficiones. Pero no por sus diferencias en religión, política, gustos deportivos y hasta musicales se tiene el derecho de juzgar la música que le gusta, que político sigue, con que equipo disfruta y hasta qué religión practica. 

Abundan en la redes sociales quienes se creen más inteligentes y mejores personas solo por el hecho de que no les gusta Ricardo Arjona o que nunca ha leído un libro de Pablo Coelho, porque quien oye esa música o lee esos libros es un ignorante, atrasado, imbécil y estúpido (he leído eso y otra cantidad de improperios), y se ensartan en críticas y juzgamientos propios de intolerantes. 

Intolerantes como los homofóbicos, xenofóbicos y hasta misóginos que odian, con y hasta sin argumentos, lo que es diferente. 

Un simple gusto futbolístico puede generar cantidad de comentarios salvajes, agresivos y, perdón la expresión, completamente estúpidos, que no deja nada bueno, para nadie y si genera una violencia que raya en lo absurdo e incomprensible. No soy dada a juzgar los gustos ajenos, trato de respetar todo tipo de religión, si la creencia política va en contra de la mía tampoco voy a entrar en discusiones sin sentido ni mucho menos voy a pelear por un equipo de fútbol. Yo sé que a veces es difícil, muy difícil, comprender el comportamiento ajeno, algunas veces es inevitable juzgar y yo sé que sería mejor tratar de entender al otro, aunque a veces hay personalidades que ni con un poquito de coeficiente uno puede entender, pero este no es el caso. 

Por ahora solo haré este decreto que busca alejar de mi vida el fanatismo e incentivar la comprensión y el respeto por los gustos de los demás, sus creencias: 

Si eres hincha de un equipo contrario al de mi gusto: te felicito, te deseo lo mejor y que tu equipo te haga muy feliz ganando los encuentros que más pueda.

Si eres partidario de un partido o político diferente al de mi gusto: te felicito, deseo que cumplan tus expectativas y espero que respetes mi preferencia. 

Si eres devoto o integrante de una religión distinta a la mía: te felicito y respeto, y que en quien creas te de luz y serenidad para alcanzar la paz y la felicidad para ti y los tuyos. 

Si te gusta un artista con el que yo no disfruto mucho o un ritmo que a mi no me gusta: te felicito, no voy a juzgarte por tu gusto musical ni mucho menos cuestionar tu inteligencia por lo mismo, igual que importa lo que leas lo importante es que lees, y te felicito y espero podamos compartir un par de autores para enriquecer nuestra vida. 

Finalmente tengo claro en mi vida que no soy fanática de nada ni de nadie, porque prefiero vivir tranquila, lejos de cualquier ridícula y enfermiza obsesión, y defenderé mis gustos y creencias, si y sólo sí, es necesario y con personas con quien se pueda entablar una conversación seria, que me respeten y no basen su vida en el fanatismo enceguecido.

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