domingo, 30 de marzo de 2014

El incomprendido placer de la verdadera independencia


Vivo sola hace dos años.  Me muevo sola por el mundo, sin nadie quien controle mis pasos hace 17. Esa primera sensación de soledad fue muy difícil porque no fue buscada, fue obligada luego de la muerte de mis padres en un accidente de tránsito. Tenía 23 años.
En ese momento no era tan consciente del gusto que generaba para mí la independencia, pero no esa que te inculcan de chiquito, de hacer las cosas por uno mismo sin depender del otro aunque sí de los padres; no esa que muchos creen que tienen, pero ni se acercan. Hablo de la verdadera independencia, esa que permite moverte a tu antojo por el mundo sin apegos, ni siquiera apego hacia uno mismo, es un desapego completo que te permite ser tú mismo sin miedos.    Seguir leyendo...