domingo, 11 de agosto de 2013

Lo que dicen los muertos


Mirar al cielo, cómo si mis muertos pudieran hablar.
Es una mujer rubia, teñida, se le nota. Bajita, con uñas postizas, cuadradas, de esas largas que se ven raras pero bonitas. Sale en televisión, habla con los muertos, o más bien los muertos le hablan a ella. Dice que tiene un don.

Yo, que no tengo ni una pizca de escepticismo en mi vida, dudo, no se si sea miedo, no se si me impresione, no se si creerle, mis muertos no le han hablado,  por eso no le creo, porque quizás lo haga cuando sean los míos los que le digan algo.



La televisión tiene mucho de fantasía, los realities tiene más todavía. Las cámaras la persiguen y ella repite como lora lo que los muertos le dicen.  Yo sigo queriendo y no queriendo que sean los míos los que hablen.

Se llama La Medium, el programa, ella se llama Theresa Caputo.

Sea cierto o no, mientras averiguamos o simplemente sin averiguar, me quedo pensando si mis muertos me dirían algo.

De solo imaginármelo lloro. No sé si por tristeza, no sé si de emoción, tengo una cantidad brutal de sentimientos encontrados en un sinsentido que se llama duelo que pareciera nunca querer acabarse.

Me duelen mis muertos, extraño mis muertos y quisiera saber cómo están, si es que están; cómo me han visto, cómo nos han visto. 

Theresa sigue de un lado para otro, camina y pone cara de no saber como abordar a la cajera de un supermercado para decirle que tiene a alguien hablándole al oído, desesperado porque ella le diga lo que necesita que sepa. Pienso si mis muertos serían tan insistentes.

La pobre cajera queda palida, llora, cuando Theresa le habla de su muerto, de lo que su muerto le manda a decir. Theresa también llora, yo lloro.

Theresa me ha puesto sensible, La Medium me ha puesto a llorar, no sigo el programa, es como si este me siguiera a mí, prendo el televisor y ahí está ella, o si hago zapping, ahí está ella, con sus particulares uñas y su corte de cabello rubio teñido, corto, muy corto pero con volumen arriba. 

No soy capaz de dejar de verla cuando me la encuentro, quiero saber lo que esos otros muertos tienen que decir, como esperanzada encontrando palabras que en los míos pudieran funcionar.  Vuelvo y lloro viendo a la madre de familia que perdió su hija en un accidente, y se culpa de haberle dicho a su hija que no cuando quiso cambiarse de sitio, en el bote que finalmente se accidentó y causó la muerte de la pequeña. La madre se echa culpas, la hija desde el más allá la tranquiliza en los labios de Theresa, la madre llora, yo lloro. La hija le manda decir que no debe querer morir como muchas veces ha querido, la madre abre los ojos como entendiendo que su hija, donde esté, lo ve todo, lo oye todo, lo siente todo. A nadie le ha dicho eso, por eso le cree a Theresa, porque eso, que le acaba de decir, no lo sabía sino ella, en lo más profundo de su ser y al parecer su hija, en el más allá.

Yo igual dudo.  Quizá si no fuera mediático, si no saliera en televisión, le creería, pero dudo y lloro y sigo llorando, porque en el fondo quisiera saber si mis muertos tienen algo que decirme y si no tuvieran nada que decirme los haría hablar porque los extraño y quisiera saber, solo saber, si están orgullosos, si están contentos, si están bien.  Yo quisiera saber lo que dicen los muertos, lo que dicen mis muertos.

1 comentario:

  1. Yo también la ví, alguna vez, pero no me convenció. Porque creo más que están aquí junto a uno (a quienes les cuento las historias les digo que es como imaginarse un segundo piso, donde todo se oye y se ve hacia abajo. Y te leí y me acordé de la historia y me fui inmediatamente al archivo a buscar releerla....A veces creo que llorar los aleja y reir los acerca mucho, pero a lo mejor, como la vida, la de cada uno es diferente.

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